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Por la suba de las tasas, el crédito se desplomó

Por la suba de las tasas, el crédito se desplomó

Toda política tiene sus costos y la que puso en marcha el Banco Central en enero no fue la excepción. Para frenar la suba del dólar y desalentar una escalada inflacionaria, Juan Carlos Fábrega optó por secar la plaza, es decir, reducir la cantidad de pesos en circulación. Con esta medida ortodoxa se aseguraba una estabilización de los precios (por la caída de la demanda por consumo) y nivelaba la depreciación que sufrió la moneda nacional frente al dólar cuando se produjo la devaluación, desalentando la compra de billetes extranjeros. Sin embargo, la decisión del Central implicó un resentimiento de los créditos personales y empresariales que resultó en un amesetamiento de la actividad económica, que amenaza con afectar el nivel de consumo, punto clave de la política económica kirchnerista.

Durante marzo, los bancos colocaron préstamos por apenas 10 millones de pesos, un 0,1 por ciento de los 10 mil millones mensuales que prestaban en promedio el año pasado. La devaluación de enero, sumada a la suba de las tasas de interés, la incertidumbre económica, y la política del Central de emitir Lebacs y Nobacs para absorber la liquidez y frenar la inflación, son los factores que empujaron a esta situación, que podría afectar el consumo si no se revierte.

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Juan Carlos Fábregas y Axel Kicillof, ideólogos de la política económica kirchnerista.

 

A raíz de las medidas económicas, el costo de tomar créditos personales alcanzó en algunos casos el 100 por ciento. Esta situación desalentó el financiamiento a través del crédito (como esperaba el Gobierno) pero resultó en una fuerte caída de la colocación de créditos, que llevó al amesetamiento del nivel de actividad económica, que se puede ver en la merma de la producción automotriz, así como también de la construcción, dos polos industriales claves de la manufactura nacional.

Como contrapartida, los plazos fijos en pesos se recuperaron, como fruto de los mayores rendimientos y la estabilidad del dólar. Esto les permitió a los bancos recuperar liquidez, hecho que se evidenció con el récord de colocaciones de corto plazo en el BCRA. En este momento, por caso, los pases pasivos a siete días suman 33.000 millones de pesos, a una tasa del 9,5 por ciento.

Sin embargo, al afectar el nivel de créditos, los bancos perdieron buena parte de su actividad y el consumo popular cayó de manera drástica. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas en comercios minoristas cayeron 7,5 por ciento en abril y acumulan una baja del 6,3 por ciento en el primer cuatrimestre por «problemas de ingresos concretos, donde muchas familias se ven obligadas a postergar o suspender consumos». Si este panorama se mantiene, la demanda seguirá cayendo, y se perderá el circulo virtuoso que el kirchnerismo había entendido en sus inicios cuando reactivó el consumo como forma de realzar la economía post crisis.

 

UN POCO DE MEMORIA

La explicación de esta situación tiene su origen en las medidas tomadas a principio de año. En enero, la brecha entre el dólar blue y el oficial superaba el 60 por ciento, las reservas internacionales del BCRA caían alrededor de 2.500 millones de dólares por mes, y la inflación medida por el INDEC pasaba del 1,4 por ciento en diciembre al 3,7 por ciento del primer mes de 2014. Fue entonces cuando el Banco Central abandonó su política de administrar el tipo de cambio y permitió una devaluación del 17 por ciento en apenas dos jornadas, que llevó el dólar hasta los 8 pesos, cuando había empezado el año cotizando a 6,54.

Pero entonces se presentó un nuevo problema para el equipo económico que lideran Fábrega y el ministro de Economía, Axel Kicillof. A la devaluación le siguió la remarcación de precios tanto en las empresas con fuerte intervención de insumos importados (como es el caso de la industria automotriz) como también en las demás ramas empresariales, alentadas por el efecto contagio de suba de precios. Así, febrero continuó con una inflación superior al 3 por ciento para las mediciones oficiales y mayor al 4 por ciento para las consultoras privadas, y el Gobierno se vio obligado a actuar.

Así comenzó lo que se conoció como el giro ortodoxo del kirchnerismo, que limitó la capacidad de los bancos de tener excedentes dolarizados, emitió Letras y Notas del Banco Central (Lebacs y Nobacs) para reducir la liquidez en manos de las entidades financieras, y subió las tasas de interés para desalentar el crédito bancario.

De esa manera, la gente y los bancos comenzaron a vender sus posesiones en dólares ante la imposibilidad de financiarse a través de créditos o moneda local, y el plan del Gobierno tuvo un primer éxito, que fue la estabilización cambiaria y la reducción hasta el 2,6 por ciento de la tasa de inflación. Sin embargo, las mismas medidas implicaron sacrificar niveles de actividad económica y consumo, que no son del todo preocupantes siempre y cuando no hayan llegado para quedarse.

A través de http://www.argnoticias.com/economia/item/9733-por-la-suba-de-las-tasas,-el-crédito-se-desplomó